lunes, 25 de febrero de 2008

entrevista a Raymond Carver (texto enviado por Miriam Mireles)


de que hablamos cuando hablamos de minimalismo.



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domingo, 24 de febrero de 2008

y C h é j o v



(partes del texto) La dama del perrito, de Antón Chéjov
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Después la volvió a encontrar en los jardines públicos y en la plaza varias veces. Caminaba sola, llevando siempre la misma boina, y siempre con el mismo perrito; nadie sabía quién era y todos la llamaban sencillamente «la dama del perrito».

«Si está aquí sola, sin su marido o amigos, no estaría mal trabar amistad con ella», pensó Gurov.
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Una noche que estaba comiendo en los jardines, la señora de la boina llegó lentamente y se sentó a la mesa de al lado. La expresión de su rostro, su aire, el vestido y el peinado, le indicaron que era una señora, que estaba casada, que se encontraba en Yalta por primera vez y que estaba triste... Las historias inmorales, que se murmuran en sitios como Yalta, son la mayor parte mentira; Gurov las despreciaba, sabiendo que tales historias eran inventos, en su mayor parte, de personas que hubieran pecado tranquilamente, de haber tenido ocasión; pero cuando la señora del perrito se sentó a la mesa de al lado, a tres pasos de él, recordó esas historias de conquistas fáciles, de excursiones a las montañas, y el tentador pensamiento de una dulce y ligera aventura amorosa, una novela con una mujer desconocida, cuyo nombre le fuese desconocido también, se apoderó súbitamente de su ánimo.
...
-Parece que necesita usted ser perdonada.

-¿Perdonada? No. Soy una mala mujer; me desprecio a mí misma y no pretendo justificarme. No es a mi marido, es a mí a quien he engañado. Y esto no es de ahora, hace mucho tiempo que me estoy engañando. Mi marido podrá ser bueno y honrado, pero ¡es un lacayo! No sé qué es lo que hace allí ni en lo que trabaja; pero sé que es un lacayo. Yo tenía veinte años cuando me casé con él. He vivido atormentada por un sentimiento de curiosidad; necesitaba algo mejor. Debe haber otra clase de vida, me decía a mí misma. Sentía ansias de vivir. ¡Vivir! ¡Vivir!... La curiosidad me abrasaba... Usted no me comprende, pero le juro a Dios que llegó un momento en que no pude contenerme; algo fuera de lo corriente debió ocurrirme; le dije a mi marido que estaba mala y me vine aquí... Y aquí he estado vagando de un lado para otro como una loca..., y ahora me veo convertida en una mujer vulgar, despreciable, a quien todos mirarán mal.
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Desde entonces volvieron a verse todos los días a las doce; comían juntos, se paseaban, contemplaban el mar.
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¿Cómo librarse de aquel intolerable cautiverio?...

-¿Cómo? ¿Cómo? -se preguntaba Gurov con la cabeza entre las manos-. ¿Cómo?...

Y parecía como si dentro de pocos momentos todo fuera a solucionarse y una nueva y espléndida vida empezara para ellos; y ambos veían claramente que aún les quedaba un camino largo, largo que recorrer, y que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar.

viernes, 22 de febrero de 2008

...error de cálculo....




Unas lineas del relato de John Cheever, “La geometría del amor” rechazado por The New Yorker (un sábado), el lunes siguiente fue comprado en tres mil dólares por The Saturday Evening Post. 1 de enero de 1973

Era una impostura usual en las esposas de Parque Remsen, donde ellos vivían. Una o dos veces por semana Mathilda se vestía con sus mejores prendas, se ponía un poco de perfume francés y usaba abrigo de piel, y después, hacia el final de la mañana, tomaba un tren que la llevaba a la ciudad. A veces almorzaba con una amiga, pero era más frecuente que comiera sola en uno de esos restaurantes franceses de la calle 60 visitado por mujeres solas. Habitualmente bebía un coctel o pedía media botella de vino. Quería aparecer corrompida o misteriosa – víctima del cruel enigma del amor – pero si un extraño la hubiese mirado fijamente la habría acometido un paroxismo de timidez, y con un sentimiento parecido al pánico habría recordado su hermoso hogar, sus hijos de expresión sincera, y las begonias de su cantero. Por la tarde, asistía a una función teatral o veía una película extranjera. Prefería los temas intensos que agotaban sus sentimientos – o como ella misma decía, que la dejaban “vacía”.

domingo, 17 de febrero de 2008


John Cheever, el Chéjov del suburbio rico de USA, Carver el Chéjov del suburbio pobre de USA. Aquí va un trozo de uno de los relatos de Cheever.
The New Yorker, 26 agosto de 1951

....Dejé que se adelantara nuevamente, y caminé detrás, mirando sus hombros y pensando en todas las despedidas en las que había participado. Cuando papá se ahogó, fue a la iglesia y se despidió de nuestro padre. Apenas tres años después llegó a la conclusión de que mamá era una mujer frívola y se despidió de ella. Durante su primer año en la universidad había sido muy buen amigo de su compañero de cuarto, pero el muchacho bebía demasiado, y al comienzo del período de primavera Lawrence cambió de compañero de pieza y se despidió de su amigo. Ya llevaba dos años en la universidad, y llegó a la conclusión de que la atmósfera era excesivamente cerrada, y se despidió de Yale. Se inscribió en Columbia y allí obtuvo su diploma de abogado, pero descubrió que su primer patrón era deshonesto, y al cabo de seis meses se despidió de un buen empleo. Se casó con Ruth en el registro civil y se despidió de la Iglesia Episcopal Protestante; fueron a vivir a una calle retirada de Tuckahoe y se despidió de la clase media. En 1938 fue a Washington para trabajar como abogado del gobierno, y se despidió de la empresa privada; pero después de pasar ocho meses en Washington llegó a la conclusión de que el gobierno de Roosevelt tendía al sentimentalismo, y decidió despedirse. Salieron de Washington y fueron a un suburbio de Chicago, y allí se despidió sucesivamente de sus vecinos, culpables de embriaguez, hastío y estupidez. Se despidió de Chicago y fue a Kansas; se despidió de Kansas y fue a Cleveland. Ahora, se había despedido de Cleveland para volver otra vez al Este, y se había detenido en el Promontorio el tiempo necesario para despedirse del mar.

viernes, 15 de febrero de 2008

C A T E D R A L, de Carver



Estamos dibujando una Catedral.....

“Pienso que es bueno que en un relato haya un leve aire de amenaza...Debe haber tensión, una sensación de que algo es inminente.”
Carver


Su tonalidad es muy seca para mi gusto, pero su gravedad lacónica está abarrotada de sabiduría, respuesta a la medida del hombre de hoy, tal vez. Este narrador se mete con un ser a la deriva, con un sujeto profundamente solitario, abandonado a sus ideas, alienado por las devastadoras obligaciones de su clase social, con un individuo que está obligado a cumplir rutinariamente los avatares estrictos de la sociedad. Y se encuentra de frente con las reflexiones nada triviales de Raymond Carver. Es su modo irreverente de decirle a uno que lo piense mejor, que profundice una determinada situación, que no se pierda en su vacua ilusión.

En “Catedral” tenemos un ciego, una mujer, el esposo de la mujer, una mesa servida, whisky, cigarros, un televisor, un sofá nuevo, la alfombra, y una bolsa de papel que hace las veces de base para dibujar una figura. Esto parece una obra de teatro actual donde casi se puede escuchar el eco de un espacio vacío. Sin embargo Carver le está echando en cara a uno, y de una manera contundente, la historia de un hombre sin ojos que está viendo.

Eurídice Zamora

miércoles, 13 de febrero de 2008

tres notas sobre el encuentro con federico vegas y carver

Federico Vegas con El Lector Interrumpido.


Caracas, 9 de Febrero de 2008
Lugar: Café Arábica.


Autor motivo de la conversación: Raymond Carver


Asistentes: Euridice zamora, Miriam Mireles, Ana
Aquino, Silvia Marin, Omar Pérez y Nelson Cordido

Federico cubrió brevemente aspectos biográficos de
Carver, enfocándose en la interesante polémica entre
este y su editor Gordon Lish, quién no sólo dio
consejos a Carver sino que reescribió y suprimió
párrafos completos de sus cuentos. Llegó inclusive a
cambiar los finales varias veces.

Al principio Carver aceptaba de buena gana los cambios
ya que su precaria situación económica le impulsaba a
que el editor publicara lo antes posibles sus obras.
Pero con el tiempo esto fue cambiando y Carver
prefería mantener sus escritos tal como los había
concebido, lo que origino fuertes pugnas.

Otro aspecto que enfocó Federico fue comparar a Carver
con sus contemporáneos especialmente con John Cheever.
Resultó muy interesante observar las similitudes y
diferencias entre estos autores.

También habló sobre la influencia de otros autores
sobre Carver entre ellos Chejov y Maupassant

El grupo seleccionó Moby Dick de Melville para el
próximo encuentro


Nelson Cordido.



El sábado 9 de febrero tuvimos la oportunidad de compartir con Federico Vegas, en el café Arábica, la lectura de varios cuentos. Uno de ellos corresponde a Raymond Carver, Póngase usted en mi lugar y, el otro, a John Cheever, El ladrón de Shady Hill.

Pudimos apreciar en la obra de estos escritores que sus temas reflejan el drama y los avatares de la sociedad norteamericana. Los personajes, sumidos en angustias existenciales, tratan de encontrarle sentido a sus vidas procurando que éstas se tornen más llevaderas en la aplastante cotidianidad que los rodea.

Otro aspecto que abordamos en el encuentro, por demás muy discutido actualmente en los medios impresos y en la red, es el referido a la polémica suscitada con su editor Gordon Lish. Se cree que éste es el responsable de muchos cambios en los cuentos de Carver, hasta el punto que se piensa que Lish reescribió algunos de ellos y que el mérito y la fama del cual goza Carver se lo debe a su editor.

También, reflexionamos acerca del rol del escritor en Latinoamérica que se encuentra rodeado por una realidad dura y, cómo muchas veces ésta, compromete su labor.

La reunión transcurrió en una atmósfera agradable donde la proverbialidad y jocosidad de Federico Vegas animó la participación de los presentes. Nuestro invitado nos habló de los maestros que influyeron en estos escritores como Maupassant y Chéjov y así, de una manera sencilla, sin poses intelectuales, hicimos un recorrido por la obra de estos dos grandes de la literatura. Ése fue su acierto.

Ana Aquino




“Hay escritores a los que uno ama y admira pero hay otros escritores que, además, cuando se los lee por primera vez, no se puede evitar sino sentir que le están hablando a uno a través de la caricia de un relámpago fulminante.”
Rodrigo Fresán



Hace unos días presenciamos un encuentro colosal. Un escritor venezolano de estirpe gloriosa, orgullo de este país, tomó un expresso con nosotros, y nos habló de Raymond Carver, de su contemporáneo John Cheever y sus cuentos de “La geometría del amor” con un prólogo invalorable de Rodrigo Fresán, nos acercó a los últimos cuentos de Carver (Tres rosas amarillas) en homenaje a Chéjov, la influencia también de Maupassant, nos empapó sobre aspectos del criterio que suponía Raymond Carver para enfrentar el cuento y su escritura. Cómo se ganaban la vida desde un principio, y cuan profesionales eran tratados los escritores de su talla. Cómo un Truman Capote y otros, tenían una participación activa en revistas de un tremendo perfil literario (The New Yorker, Esquire...) apoyados tal como hoy en día en su oficio de escritor. Comentó sobre el gran Nabokov y su parecido con la estructura narrativa de Cheever, personajes siempre avanzando, siempre en fuga, en movimiento. No faltaron los escritores contemporáneos en boga.

En cuanto a la polémica surgida desde hace un tiempo entre Carver&Lish, agregó que tomáramos en cuenta que la figura del “editor” es una figura ignorada en Latinoamérica, y fundamental en esos países donde la lectura tiene una salida ostentosa. Editar significa cortar, esto es, elegir lo más valioso. Lo más valioso en el criterio por publicar lo que tiene mayor salida. Federico Vegas, nos habló sobre tres etapas en la edición de la literatura de Carver en conjunto con Lish, las primeras dos corresponden a la aceptación completa por parte de Carver por publicar a pie juntillas las ordenes de Gordon Lish. Ya en su última etapa, con los cuentos largos como “Catedral”..... Raymond Carver se vale por entero de su decisión como autor, sus últimos cuentos son editados por completo.

Escuchamos en palabras de Federico, sus costumbres personales de cómo escribe y lee las veinticuatro horas del día. Un escritor sin ningún temor a escuchar nuestras preguntas. Muchos momentos nos quedamos petrificados como los niños, cuando se quedan literalmente con la boca abierta y otras veces fuimos sumidos en carcajadas con sus cuentos, en aquellas mesas unidas por la necesidad de la costumbre para colocar las bebidas, se nos olvidaron las horas de la tarde que comenzaron con una luz y terminaron con otra. En realidad ya era tan oscuro que en aquel café cercano al Ávila, apenas podíamos reconocer el rostro de Federico Vegas. Parecía el ciego del cuento de Carver –la figura sabia en “Catedral”-. Después de estas horas de tertulia, no éramos los mismos....

Nos entraron ganas de participar en una gran aventura, será por eso que tal vez elegimos por unanimidad absoluta que nuestra próxima lectura sería Moby Dick de Melville.

Eurídice Zamora

lunes, 11 de febrero de 2008

Contra todos los pronósticos, el sábado se dio la tertulia con FV



ya enviaremos unas notas sobre este encuentro con FV
.
allí estamos: Omar, Silvia, Anita, FV, Nelson, Miriam, Eurídice.

jueves, 7 de febrero de 2008