Sobre el encuentro con Roberto Lovera De Sola.
Lectura Moby Dick, de Herman Melville.
Todo comenzó a las 4 pm. Roberto Lovera nos sorprendió a todos. Además de los lectores interrumpidos que asistimos a esta tertulia (Silvia Marín, Keyla Vergara, Ana Aquino, Nelson Cordido, Eurídice Zamora) Lovera de Sola, invitó a sus amigos del circulo de lectores de la fundación Herrera Luque. La verdad es que hablar sobre algo grande, al menos merece ser escuchado en grande. En ese cafetín citadino flotamos en la mar por unas horas. Nos sentamos en la proa y en la popa de un barco a la intemperie, cercanos a los mástiles, con oleaje en mar picado a veces, y apacible otras. Moby Dick quiere decir mil cosas, nos recordaba con alegría Roberto a cada instante. ¿Es un viaje interior? Esta ballena además de blanca, histórica y universal es el mapa donde el ser humano se reconoce a sí mismo. La ballena no es lo que mata al capitán Ahab, es él mismo el que se ata a ella y se sumerge en lo más ignoto de la monstruosidad. Como todo libro clásico, este es un libro infinito. Y, Roberto nos preparó un cuidadoso texto sobre Moby Dick, sobre su escritor Melville, su época, sus amigos, su abandono por parte del suelo que piso.... Todo Moby Dick es un viaje a la derrota.
Lo que hay de ficción en torno a este monstruo de una sola cabeza, no va por los caminos del documental, no es en fin, el testimonial de un capitán al acecho por un ente corpóreo de grandes proporciones, ni de un Ismael contador de la historia que le toco pisar aquella embarcación, en sus palabras: "llamadme Ismael.....ya es tiempo de hacerme a la mar. "Es" la aventura del vivir que siempre desconoceremos a ciencia cierta.
Tertulia marina y maravillosa, al final llegamos a puerto....
Cuando todo terminó, y quedábamos algunos de los integrantes de ambos grupos, cuando ya era oscuro, Roberto nos seguía emocionando con sus libros predilectos.
A Roberto Lovera y ReLectura, mil gracias.
Lo que hay de ficción en torno a este monstruo de una sola cabeza, no va por los caminos del documental, no es en fin, el testimonial de un capitán al acecho por un ente corpóreo de grandes proporciones, ni de un Ismael contador de la historia que le toco pisar aquella embarcación, en sus palabras: "llamadme Ismael.....ya es tiempo de hacerme a la mar. "Es" la aventura del vivir que siempre desconoceremos a ciencia cierta.
Tertulia marina y maravillosa, al final llegamos a puerto....
Cuando todo terminó, y quedábamos algunos de los integrantes de ambos grupos, cuando ya era oscuro, Roberto nos seguía emocionando con sus libros predilectos.
A Roberto Lovera y ReLectura, mil gracias.
EE Zamora
27 de abril del 2008
el viaje como metáfora de búsqueda
A lo largo de la historia, el viaje ha sido tema de ficciones y grandes relatos se han escrito que describen los más variados periplos que cualquier escritor haya podido imaginar. De este modo, encontramos ejemplos en la literatura que dan cuenta de este hecho, tales como, Los viajes de Gulliver, Ulises, La vuelta al mundo en 80 días, Viaje al centro de la tierra y el caso que nos ocupa, Moby Dick.
Al leer sus páginas, quedamos deslumbrados por las magistrales descripciones que hace Melville, no solo del mar, sino también, de las circunstancias sociales y culturales con las que construye la trama. En este sentido, el crítico literario Harold Bloom, llegó a afirmar que Moby Dick representaba “el paradigma novelístico de lo sublime”, porque en ella encontramos todos los elementos que descubren el alma, la soledad, el desasosiego, la búsqueda.
Y si tratamos de interpretar lo que simboliza Ismael, nos encontramos con la figura del navegante que intenta llegar a un puerto, con sus vivencias a cuestas. Para decirlo en palabras de Damaris Calderón, poeta cubana, “la figura del navegante es la del batallador épico, del buscador solitario que no espera encontrar nada. Lo que restringiría la grandeza y el alcance de la búsqueda, cuyo impulso es la búsqueda misma, el espíritu libre, solo y desasido”. Ismael se embarca, inicia su viaje y espera un encuentro que le devuelva la fe.
De esta forma, todos los que decidimos asistir al Café Arábiga el sábado 26 de mayo, hicimos un viaje, un largo recorrido bajo la firme conducción de Roberto Lovera De Sola, capitán sin par, quien nos guió en esta hermosa aventura, al encuentro con la gran ballena.
A lo largo de la historia, el viaje ha sido tema de ficciones y grandes relatos se han escrito que describen los más variados periplos que cualquier escritor haya podido imaginar. De este modo, encontramos ejemplos en la literatura que dan cuenta de este hecho, tales como, Los viajes de Gulliver, Ulises, La vuelta al mundo en 80 días, Viaje al centro de la tierra y el caso que nos ocupa, Moby Dick.
Al leer sus páginas, quedamos deslumbrados por las magistrales descripciones que hace Melville, no solo del mar, sino también, de las circunstancias sociales y culturales con las que construye la trama. En este sentido, el crítico literario Harold Bloom, llegó a afirmar que Moby Dick representaba “el paradigma novelístico de lo sublime”, porque en ella encontramos todos los elementos que descubren el alma, la soledad, el desasosiego, la búsqueda.
Y si tratamos de interpretar lo que simboliza Ismael, nos encontramos con la figura del navegante que intenta llegar a un puerto, con sus vivencias a cuestas. Para decirlo en palabras de Damaris Calderón, poeta cubana, “la figura del navegante es la del batallador épico, del buscador solitario que no espera encontrar nada. Lo que restringiría la grandeza y el alcance de la búsqueda, cuyo impulso es la búsqueda misma, el espíritu libre, solo y desasido”. Ismael se embarca, inicia su viaje y espera un encuentro que le devuelva la fe.
De esta forma, todos los que decidimos asistir al Café Arábiga el sábado 26 de mayo, hicimos un viaje, un largo recorrido bajo la firme conducción de Roberto Lovera De Sola, capitán sin par, quien nos guió en esta hermosa aventura, al encuentro con la gran ballena.
Ana Aquino
No hay comentarios:
Publicar un comentario