viernes, 13 de agosto de 2010

Encuentro con Pedro Enrique Rodríguez, G.C. Infante y los Tres Tristes Tigres o la política entre líneas.

Una fotografía de la Habana que ya no existe, fueron las primeras palabras de Pedro, al sentarnos en el café a charlar sobre los TTT de Guillermo Cabrera. Hay política en los TTT aunque nunca se mete con ella directamente. Nadie dio con el registro de la Habana nocturna tanto como esta novela. Esa memoria no se puede borrar (¡lo que es pasar a la inmortalidad!), así laven cerebros, auspicien la lobotomía, en fin; afecten una y otra vez a este islote separado del mundo. Este libro que nunca se publicó en su Cuba, se topó pese a ello con la censura franquista que hizo estragos en su época. Ya en la edición de la Biblioteca Ayacucho hay unos impresos que dan muestra de lo los trozos censurados -todas son frases que se meten con un sexo incipiente, adolescente, inocente, que no pasa de tetas…no hay propiamente sexo. Infante escabulle lo álgido sexual, lo salta, cada vez que está a punto de pasar algo; no pasa-. Pese a que el “oscurantismo” de la isla aun está latente, aquella censura de marras nos provoca sin embargo un asombro lastimoso, e inevitablemente nos lleva a risa.

Ya en los años veinte Osip Mandelstam decía: “No hay nada más hambriento que el Estado contemporáneo, y un estado hambriento es más aterrador que un hombre hambriento. Mostrar compasión por el Estado que niega la palabra será la obligación social y la hazaña heroica del poeta contemporaneo” (The Word and Culture” 1921 p. 115 )
Estas palabras de Mandelstam son cercanas, así como las de Guillermo que nos deja un registro de su época; aun no ve luz en su país pese a que cada uno de sus habitantes tiene madera de músico.

A pesar que Cabrera Infante era muy buen lector, supera el realismo y en Tres Tristes Tigres hay páginas enteras que son como pentagramas musicales, frases sin pausa y sin miramientos, compuestas de noche.

“Este es un libro para ser leído de madrugada”. Infante niega al olvido su Habana, construye una ficción emparentada con testimoniales de la época pretérita a la revolución. Una revolución que ha querido sin lograrlo borrar esa Habana, y como una película de terror, ha pretendido destruirlos, convertirlos en sucesos que nunca pasaron. Infante los recuerda por siempre, ¿será por eso que no hay un cierre real? Es un continuo juego de metaficción, “un completo chiste cultural”, una nostalgia inconmensurable.

Infante sospechó y lo dejó por sentado que nunca más podría recorrer las mismas calles, “su ficción son sus palabras” sus palabras tangibles. “Los Tres Tristes Tigres es uno de los museos culturales de la oralidad”.
Así, pues, esta novela con nombre de trabalengua cubano Los Tres Tristes Tigres, huele a política.
¡Qué café!, Gracias Pedro Enrique Rodríguez, y gracias a ReLectura.

Por Eurídice Zamora


7 de agosto del 2010, Café Arábica 5pm.

*publicado por ReLectura

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